"Nueces a la deriva" by Clara Varela

Hoy cambiamos el registro de las entradas de amigos freaks para presentaros a Clara Varela, a la que definiré con una palabra que le va como anillo al dedo: artista.

Clara es una licenciada en bellas artes afincada en Madrid que derrocha creatividad en todo lo que hace. La conocí hace tiempo gracias al proyecto Escríbeme una ilustración que Acuática me descubrió. En él, colaboré dando vida a una de sus increíbles ilustraciones, que podéis ver a continuación:

A punto de reventar

Pero lo mejor de Clara es que es una chica siempre dispuesta a pasarlo bien, que nunca dice que no a un plan y con la que sobre todo se puede hablar de cualquier cosa y pasarlo en grande :)

Si a esto añadimos que para el aniversario del blog me ha regalado un relato (terreno donde no se prodiga mucho), sólo me queda decirle una cosa: ¡MUCHAS GRACIAS!

________________________________________

Nueces a la deriva

Érase una vez un hombre cuya vida comenzó en una cáscara de nuez.

Vivía en Barquilla de Pinares, Cáceres, pueblo pequeño y llano; allí se dedicaban al tabaco . No entendían de la afición nada común de Eustaquio con los nogales. Él llevaba muchos años preguntándose acerca del crecimiento del nogal americano en tierras lejanas a su origen, analizando la acidez del suelo, la temperatura en los solsticios,…

La vida pasaba tranquila en el pequeño pueblo y cuando llegaron las fiestas en agosto todo el mundo fue a divertirse, a hacer el tonto, beber vino, comer bocadillos de chorizo de madrugada y retozar entre las urticantes plantas de tabaco. Sin embargo para él las fiestas se reducían a escuchar música desde el balcón y comprar unas papeletas para una rifa, que este año incluía como premio mayor un ticket para un crucero por el Mediterráneo, que por curiosidades del destino ganó él. Y allá que se fue, con una maleta heredada de cuero que pesaba más que lo que metió dentro.

En el crucero cada mañana se despertaba, iba a la barra y llenaba dos o tres platos de diferentes manjares estilo continental, tales como arenques marinados, beicon, huevos, fruta, bollos, leche y zumos, té, café, mermelada, queso… Lo mismo sucedía con la comida.

Las tardes se las pasaba leyendo novelas de la biblioteca del barco, una cuidada colección de best sellers de tapa dura en edición pegada. Para entretenimiento de damas y caballeros la sala disponía de enormes revisteros repletos de diferentes publicaciones de cocina, coches, caza, moda, corazón…Y las noches consistían en arreglarse e ir a bailar a algo así como un casino que tenía el barco. Un dia cualquiera se dio cuenta de que eso era lo que le gustaba, la vida itinerante, sin rumbo fijo, fiestas anticuadas y horteras…

Pero el capitán del barco era aficionado al vino, y se le ocurrió intentar pescar almejas con los bajos del barco en una playa. Evidentemente el barco se hundió. El capitán apareció, nadie sabe como, en una isla del pacifico dos semanas después tomándose un daiquiri, según la agencia EFE. Alegó haberse caido sin querer queriendo por la borda sobre una lancha salvavidas.

Y Eustaquio, a la deriva sobre una maleta que albergaba en su interior esmóquines de todos los colores,  con el mareo de la aventura, decidió no tener nombre ni memoria y empezar una nueva vida en Cerdeña subiendo y bajando de los barcos que iban y venían por allí. Se hizo guía turístico y ligó con ancianas de múltiples nacionalidades.

Se negó a pensar que no hay múltiples oportunidades en la vida, que mas allá del pueblo  y de los círculos antiguos  no se podían forjar amistades. Así fue que conoció gente maravillosa como Dani, un ingeniero teleco que estaba creando una empresilla y viajaba con su novia Marina porque les había tocado el crucero en un sorteo de navidad , y al que le estuvo hablando del cultivo de las nueces, porque con gente así era fácil hablar de lo importante, y reirse de lo que no lo era.

Así, fue feliz y otras veces no tanto por temporadas hasta el resto de sus días, porque de eso se trata.

Fin