lunes, 31 de agosto de 2009

Crónicas del Camino Francés: Cacabelos - Trabadelo (20 km)

Segunda etapa del Camino que comenzó cuando un cruel despertador nos levantó a las 7 de la mañana de una cama infernal que sonaba como si la niña del exorcista estuviese en su interior :P

Tras reunirnos los cuatro, salimos de la pensión y nos fuímos en busca de un bar donde cargar nuestras pilas con un poderoso desayuno a base de zumos, cola-cao, cafés, tostadas, croissants y demás parafernalia.

Una vez alimentados, comenzamos nuestra caminata a eso de las 8 de la mañana, aprovechando el fresquito y disfrutando de las vistas campestres repletas de viñedos.

Cuando llevábamos un hora y pico de caminata, encontramos a una señora perdida en mitad del campo que tenía una pequeña caseta donde vendía agua, bocadillos y lo más importante, palos.
Después de unas breves negociaciones, conseguimos tres buenos palos a buen precio (ya que Diego tenía el suyo de un Camino de Santiago anterior) que se convirtieron en una tercera pierna para nosotros.

Puede parecer una tontería, pero el palo es un elemento esencial para hacer el Camino de Santiago ya que te ayuda muchísimo, sobre todo en las cuestas y en las bajadas

Poco después, nos topamos con el primer pueblo grande tras Ponferrada. Se trataba de Villafranca del Bierzo.

La bolsa que Diego lleva colgando eran plátanos adquiridos durante la etapa anterior :P

Allí pudimos sellar en un par de iglesias mientras conversábamos con los lugareños que nos infomaron de que habíamos ido por el camino más rural (y por tanto, más largo) desde Cacabelos al hacer cálculos de cuanto habíamos tardado.

Aquí tenéis la iglesia más importante del pueblo

Tras hacer el segundo desayuno del día (a las 11 de la mañana), liberando a Diego de los plátanos y a Acuática de sus barritas energéticas, nos acercamos a un supermercado a comprar agua antes de ponernos nuevamente en marcha, ya que todavía nos quedaban unas cuantas horas de caminata.

Paramos brevemente en Pereje para sellar las credenciales en una pequeñísima iglesia

El paisaje de este tramo, básicamente consistía en caminar bajo la A-6 o a la izquierda de una carretera teniendo a nuestra izquierda a su vez un paisaje precioso aderezado con un río que llevaba bastante agua.

Como veis, no os miento al decir que el paisaje de la izquierda era genial


Beware of the pilgrim!

Durante esta etapa, comenzamos a cruzarnos de vez en cuando con algunos peregrinos, sobre todo con los que los que iban en bicicleta, siendo algunos de ellos un peligro si no lograbas apartarte a tiempo de su camino :S

Cuando parecía que ya llegábamos, un kilómetro y medio más :S


Y por fin, llegada al pueblo fantasma de Trabadelo

Según llegamos al albergue, dejamos las mochilas y nos fuímos a comer a un bar/restaurante de carretera que la hospitalera nos había recomendado.
El servicio era... como decirlo, extraño. La camarera que nos atendió era un cruce entre orco de Mordor y humano de las colinas, por lo que comunicarse con ella era una odisea ya que soltaba frases sin sentido y te respondía con monosílabos.
La comida no era mala si olvidamos el pequeño incidente que tuvo Acuática, y es que resulta que en este pueblo la merluza se sirve con un ingrediente adicional: la mosca.
Si, podéis reiros, pero la merluza que le trajeron tenía una mosca cocinada a plena vista con su pimentón y todo :P
Lo mejor del asunto, es que tras pedirle que le trajesen otra, tardaron un minuto escaso en hacerlo, lo que indicaba que era la misma de antes con la mosca quitada, aspecto que llevo a pedir una merluza a la plancha para evitar nuevas sorpresas, jejeje...

Una vez terminamos de comer, descubrimos que Acuática había perdido la movilidad al 95% de sus piernas por la caminata del día, lo que hizo que tuviese que desplazarse por el pueblo como un zombie o como una anciana decrépita (elegid la opción que más os guste :P).

De esta manera, volvimos al albergue (a paso de torguga anciana) para inspeccionarlo mejor, mientras Acuática se duchaba y Diego dormía la siesta.

En el albergue municipal habíamos encontrado sitio sin probelmas, y nos asignaron una habitación de 6 personas que compartimos con Soraya y su madre, una pareja de andaluzas la mar de simpáticas, pero que se habían destrozado el cuerpo con una etapa de 40km.
El sitio en si estaba bastante bien, pues tenía una sala de estar en la que había sofás, televisión y una mesa muy grande para comer, encontrándose al fondo una pequeña cocina bastante maja que no pudimos usar ya que no había supermercado en el pueblo.
Además, tenía un bar con terraza en el que estuvimos media tarde de relax :P

Aquí podéis ver la sala de estar con los señores de la casa (sentados) y los bufones (detrás)

Pero no adelantemos acontecimientos.

Mientras Acuática se duchaba y Diego dormía, Iván y yo nos bajamos a lijar nuestros palos con nuestras navajas durante un buen rato sin conseguir nada exitoso. Y digo esto, porque Acuática viendo lo lento que se lijaban con las navajas, decidió conocer a la población local y convenció a un hombre que estaba con la lijadora en ese momento para que le lijase la parte del palo que agarraba al caminar.
Todos pensábamos que no se atrevería, pero la verdad es que lo hizo y consiguió un resultado expléndido, dejando el palo suave como atestiguan nuestras palabras en los siguientes vídeos:


y



Por otro lado, durante el rato que Iván y yo habíamos estado lijando nuestros palos (que mal suena esa frase), conocimos a los NO HONOR: un grupo de ciclistas que utilizaban coche de apoyo y que por la noche salieron con su ropita de fiesta a conocer el pueblo. Probablemente no haya forma más deshonrosa de hacer el Camino de Santiago...

Y ya para redondear el día, decidimos cenar tras dar muchas vueltas y pese a la reticencia de Iván en un garito de "comercio justo". Y lo pongo entre comillas, porque una vez dentro nos dimos cuenta que de justo tenía poco salvo cafés de medio mundo...

Pero lo mejor de todo, fue la apuesta que hicimos con la mítica frase "a que no hay huevos" para ver quién se atrevía a comerse unas empanadillas que habíamos pedido recubiertas de salsa tabasco.
En primera instancia, Acuática, Iván y Diego las comieron sin ceder al picor y beber. Y por menospreciar mi valentía, tuve que demostrarles que yo también era capaz (pese a detestar la comida picante) de comerme una sin necesitar beber para apagar el fuego.
La verdad es que parece una tontería, pero nos reímos un buen rato, ¿verdad? jejeje...

Finalmente, y tras sufrir un "robo justo" por una cena bastante normalita a base de tapas, nos volvimos al albergue para descansar nuestros cuerpos doloridos (sobre todo Acuática que no mejoraba).

Y poco más que decir de este día... la temible subida a O Cebreiro nos esperaba :)


3 comentarios:

Acuática dijo...

Jou, hace un mes casi que salimos hacia Ponferrada...tengo morriña :'(
Madre mía, la camarera troll...menos mal que la hice cambiarme el tipo de merluza, que si no, me hace comerme la de la mosca. A lo mejor si me la hubiera comido se me habrían arreglado las rodillas y podría haber andado normal...

Miriam dijo...

Acuática es la más lista, llorones :P PObrecita cómo andaba!

La foto tuya con la señal me encanta, y la de los sofás... no sé cómo teníais energías para hacer el mono por detrás xD

Espero que aprendieráis a usar las herramientas de los locales, seguro que ella no era la primera en pedir algo así a alguien del pueblo.

Jo, qué bonito es el norte :')

Thanos_Malkav dijo...

Acuática: Quién sabe, a lo mejor es un remedio local lo de comer moscas :P

Miriam: Siempre había energías para hacer el mono, jejeje...